JOSEFINA JUNCO: delicadeza y sensibilidad.

José A. Samaniego. La Nueva España 26-04-2016

 “Caminos”. Josefina Junco. Librería- Galería Cornión. Calle la Merced, 45. Del 1 de abril al 9 de mayo. Horario comercial.

Josefina Junco  Quesada (Arriondas, 15 de julio de 1949), licenciada en Filología Románica por la Universidad de Oviedo, ha sido durante 34 años profesora de Lengua y Literatura Española en el Instituto “Jimena” de Gijón, ciudad donde reside. Pintora autodidacta, es la octava de sus exposiciones individuales en Cornión desde que empezó a mostrar en público sus obras en 1986,  habiendo participado en otras 18 colectivas en esta misma Galería. Además de la pintura, J. J.  sabe de cerámica. Hizo un curso en 1980 dirigido por Paco Arenas y Martí Royo, exponiendo sus “collares cerámicos” en Gijón, Avilés y Madrid, entre 1982-84. Esta experiencia sirvió a J. J. para conocer cómo se comportan pigmentos y colores al horno y en frío. Reconoce lo mucho que aprendió de Paco Arenas. Ha realizado también ilustraciones para las portadas de dos libros recientes del médico, droguero y escritor Alfonso Peláez y diseños para el Colectivo de Vega en Defensa del Mundo Rural (Vaso de sidra y Rómpese un tonel).  Para esta exposición se ha editado un catálogo impreso en Gráficas Martín, diseñado por Pablo Basagoiti, con textos de Cándido Fernández y fotografías de Ignacio Acuña.

Le pregunto a J. J. qué relación hay entre la literatura que ella ha explicado como profesora y su obra pictórica. Contesta que se enriquecen mutuamente, que la literatura nutre sus pinturas, arropa su fantasía, estimula su sensibilidad, le hace presente el misterio de la vida. Confiesa que ha leído más novela que poesía y que tiene entre sus autores favoritos a los internacionales Marcel Proust y Marguerite Yourcenar, a Jesús Carrasco, Rosa Montero y Adelaida García Morales (1945-2014) entre los recientes españoles, a Garcilaso, Fernando de Rojas y Cervantes, entre los clásicos españoles. Relee El Quijote y más desde los trabajos de Andrés Trapiello. Le pregunto también cómo han vivido sus alumnos, la mayoría chicas en el “Jimena”, el tener en clase una pintora de reconocido prestigio, si han visitado sus exposiciones y conocen su obra. Me dice que su alumnado ha seguido su obra con entusiasmo y muy de cerca. A menudo les ha llevado a Cornión en visitas guiadas. Recuerda una vez la locura de llevar a Oviedo a 150 de sus alumnos en ALSA. Fue en el año 1988, una colectiva itinerante en la Caja de Ahorros.  Incluso en la clase de Literatura explicaba a veces con cuadros suyos la teoría de la comunicación lingüística: emisor, receptor, mensaje, código. Con el tiempo, algunos de sus alumnos se han convertido en clientes de su obra. Se sorprende de estas dos preguntas, relativas a la relación entre pintura y literatura y a la participación o eco de su obra en su alumnado. Dice que es la primera vez que alguien de la prensa le pregunta estas cosas. Aunque se lo explica porque quien pregunta y esto escribe también ha sido profesor-educador y ha llevado a sus alumnos a visitar monumentos y exposiciones por Gijón, España y Europa.

Repasamos algunas de las 25 obras de J. J. en Cornión.  Dice que tuvo dos abuelos indianos, uno que volvió rico y otro con poca cosa. “Ecos de silencio” se refiere a la casa de uno de ellos en Triongo, (Cangas de Onís), orillas del Sella, una casa con galería  que hoy está deshabitada y en proceso de desmoronamiento. El cielo se ha vuelto gris-verdoso, la tensión entre los verdes causa inquietud y angustia, anuncia la tormenta.  Otra casa parecida se titula “Testimonio”, medio habitada, pero con una parte  en ruinas. Dice J. J.  que no cuidamos Asturias y que pintamos a veces, como   Melquíades Álvarez, para dar “testimonio” de lo que había y se ha perdido. Homenaje a esta Asturias que pierde todo tipo de patrimonio, sustituido a veces por construcciones absurdas, tan absurdas y dañinas como las plantaciones de eucaliptus, son los cuadros “Paisaje verde, I y II”, que se sitúan en Taborneda (Avilés) y dan a su vez muestra del toque preciso y tranquilo de la pintora, capaz de expresar las variantes de verdes del campo asturiano. Obra parecida en temática, pero sorprendente por su factura a pinceladas desinhibidas y gestuales, es la titulada “Inmensidad”. Hay otras obras que abordan temáticas de mayor intimidad, como el paso del tiempo, el paso de la vida. La primera “Lex”, la ley de la vida. Una flor de cerezo en tres fases: nacimiento, plenitud y decadencia. Vemos en diagonal cómo la flor abre, alcanza su espléndida belleza y acaba marchitándose, arrugándose, cambiando incluso de color. Cuatro obras enlazan la casa y el reloj, la casa y la familia sumergidas en el tiempo. Y otras tres utilizan la muñeca y el recuerdo de la mecedora para expresar la infancia pasada, una muñeca que puede verse en el escaparate de Cornión.  No faltan los mirlos y las calas blancas de mayo. La ciudad de Gijón también está presente, pues la pintora se ha fijado en el Musel, el cerro de Santa Catalina con el Elogio de Chillida, el arenal de San Lorenzo y dos espléndidos cuadros del muelle viejo, con las palmeras, los barcos de recreo y edificios singulares, dejando en mera línea otros que no dicen nada a la pintora. Recuerdan obras sobre Gijón de Javier del Río y Pelayo Ortega.  Incluso dos trabajos sobre Madrid, la Plaza de Ramales y el Senado, saben a cercanías de la Plaza Mayor de Gijón. Digamos finalmente que J. J.  lucha por expresarse mediante el color con sus veladuras, un óleo que a menudo mezcla con polvo de cuarzo o de mármol, para evitar reflejos y dar a la obra cierto espesor y contundencia. Y digamos también que una exposición de J. J.  mueve en mensajes, visitas y felicitaciones a unos cuantos cientos de personas en esta ciudad.

                                                                           JOSÉ A. SAMANIEGO

Imágenes: 01.- “Por el muelle II”.   02.- “Lex”. 03.- “Reencuentro I”.  04.- “Ecos del silencio”. 05 “El Musel.(zona) ”·