Tres técnicas de Josefina Junco

Título crítica: Tres técnicas de Josefina Junco
Autor: José Antonio Samaniego
Publicación: La Nueva España 8-6-2002


Un grupo de mujeres -Mary Cassatt, Berthe Morisot...entró de golpe en la historia de la pintura, dejando su nombre al lado Je los grandes pintores impresionistas franceses. Sus cuadros estaban llenos de escenas familiares, de niños y cunas, como si ellas hubieran pintado o sin abandonar sus tareas tradicionales. Salía de este modo a flote una sensibilidad femenina de nivel cotidiano, sin posibles dudas de interpretación. El caso es que los cuadros de Josefina Junco también emanan una esencia femenina, pero de diferente dimensión, más sutil, menos identificable a primera cata. Es un perfume de retorno a los origenes, un tiempo que corre hacia atrás, instalándose en las sensaciones de una infancia soñada.

"La escuela" (2000) es una casa sencilla, suspendida sobre el color de fondo. De ella brotan canciones de aprendizaje, "la m con la a ma... a de ave,u de uva". Así pintaban los medievales los mensajes que intercambian el Ángel y la Virgen en la escena de la Anunciación; Inevitablemente recordamos a Fray Angélico. Bajo el sol lucen cuatro señales horarias que rodean el edificio. El reloj no tiene agujas. El tiempo puede ir hacia adelante o hacia atrás. "Tempus fugit" (2001) muestra también la casa, rodeada de árboles con flores blancas. Un segundo círculo lo forman montañas y notas musicales. Hay también un reloj, que esta vez marca las siete de la tarde. Y una pareja que baila. Parece el dibujo ingenuo de una niña que proyecta su futuro y se ve enamorada y bailando algún día, cuando sea mayor. Esa pareja puede responder también a la imagen de sus propios padres. Quién sabe.

Hay una manera de enfrentarse con el tiempo que los mayores hemos perdido y la pintora recupera. Es la manera de los niños, para quienes el pasado no existe y el futuro tampoco, porque sólo se presta al sueño, a la imaginación sin posibles conexiones con la realidad.

Los niños escapan al tiempo porque se colocan fuera de su círculo demoledor. O más sencillamente, porque el tiempo no ha entrado en su conciencia. El tiempo de los niños es un presente mágico. Yeso éxactarriente sentimos ante las obras de Josefina Junco "Mirlos en el parque", "Charca", "Raitán". Especialmente los mirlos, que son pájaros expectantes, tan quietos que parecen eternos, tan rápidos como rayos luminosos. Fugaces en extremo, pero anclados en el instante.

Josefina Junco ha realizado un loable esfuerzo para colgar 32 obras en esta exposición, ya que ella no es una pintora prolífica, sino reposada y meditativa. Los cuadros van saliendo poco a poco y cada uno de ellos lleva encima unas horas de trabajo minucioso. Emplea diferentes técnicas. En el principio está el óleo sobre lienzo. En esta manera ha conseguido la píntora una factura personal, combinando las líneas sencillas de casas u horizontes con los detalles de las flores blancas, todo sobre un fondo de color aparentemente uniforme pero muy matizado. Su firma personal son las siluetas de los árboles y la minuciosidad de las flores blancas. "Árbol con luna, I y II" podría servimos de ejemplo por su sencillez, a pesar de su pequeño tamaño.. "Desde mi ventana, I y II" (2001) muestra el modo como trabaja las masas verdes de vegetación, los árboles ornamentales de hoja perenne en diversos términos y superposiciones, diferenciando cada uno de ellos y marcando distancias. Otra característica suya es la finura del color, siempre delicado y en combinaciones de gran sensibilidad.

Trabaja en series con variaciones, como los cuatro de la "Rama florida". Aguanta la ampliación perfectamente, lo que siempre es una prueba favorable, como se ve en "Flor en el tiempo" (2001) o "Tarde de aromas" (2001). Aquí sentimos de nuevo el sentido del tiempo que comentabamos, pues se tarta de flores blancas y gloriosas, como laas del magnolio, flores tropicales en la plenitudextática de su gloria. A su alrededor flotan las horas con números romanos de un reloj destrozado, en una hora mágica con el tiempo por siempre detenido.

Su segunda técnica es la mixta sobre tabla, donde ya ha conseguido trasladartodos los valores y maneras que dominaba en el óleo, pero con nuevos matices. Podemos seguir su trayectoria empezando por los "Paisajes en blanco y negro" y las "Hojas" casi monocromas, hasta el color refinado de la "Prímula", la "Violeta" y la serie de las "Manzanas". El éxito de los mirlos, la charca y el raitán, que ya he mencionado, resulta incontestable.

Ha comenzado a trabajar una tercera técnica, la del temple sobre tabla. Se nota el arranque, la vacilación, los primeros pasos indecisos. Y el resultado es menos brillante, porque el temple es muy seco y más reacio a las mezclas delicadas que consigue con las otras' técnicas. Los cuadros de formato horizontal con barcos perfilados en el horizonte resultan áIgo duros en sus empastes y faltos de matices, con un aire naif añadido poco favorable.

"A veces, hay que dar muchas vueltas para volver al principio"

Título crítica: "A veces, hay que dar muchas vueltas para volver al principio"
Autor: Paché Merayo
Publicación: Nueva España 4-6-2002

La galería Cornión se convierte, a partir de esta tarde, en escenario de un nuevo encuentro con la pintura de Josefina Junco. Una colección de telas de distintos formatos -todos implicados en el juego- ,llenas de horizonte, recuerdos, olores y búsquedas.

-Llama la atención a estas alturas de su trayectoria que al presentarse en el catálogo insista en el hecho de ser autodidacta.
-Me ha costado mucho esfuerzo fonnarme a mí misma. No ha sido gratuito, siempre estoy persiguiendo el conocimiento, leyendolo todo, buscando. Ahora, creo que en mi trabajo hay un dominio, aunque considero que hay tanto de dominio como de inseguridad, pero lo que nunca falta es la búsqueda. Creo mucho en lo que hago porque mi pintura es sincera.

-En sus cuadros el tiempo está marcado hasta con números romanos. Llega, incluso, a hacerse oír. ¿Cuál es su relación?
-El tiempo y yo tenemos un contencioso. Es un tema interesante en mi pintura que tiene la necesidad de renovar el pasado y de acercar el futuro. Lo curioso es que al pensar en presente recuerdo aquello de "Hoy ya és ayer y mañana no ha llegado, pero está en el punto de llegar". Siento la necesidad de mantener viva la memoria, de no dejar que ni la muerte se lleve los recuerdos, los amigos.

-¿Logra que se queden?
-Al pintar los recuerdos, logro el desahogo, la permanencia del sentimiento. La presencia de los que se fueron..

-Los lienzos tan dispares en tamaño y forma, ¿qué aportan a esa búsqueda, además de puro escenario?
-Muchas cosas más. El espacio en el que trabajas es fundamental, sobre todo para mí por ser una constante admiradora del horizonte. Creo que contemplar el horizonte de Gijón, su mar, es uno de los mejores ejercicios de pintura y de belleza. Parezco estar obligada a la horizontalidad. Sin embargo, la forma de la ventana de mi estudio, totalmente vertical, me plantea otras visiones.

-¿Se atreve a hablar del horizante tal y cama están las cosas?
-Mi obra no es coyuntural. Los cuadros están pintados desde hace muchos meses y, aunque defienden esa imagen de una ciudad con horizonte que espera sus barcos, no hablan de lo que está a punto de ocurrir, sino de mi percepción de un lugar.

-Cuando habla de su visión, de pintar desde su ventana, uno espera encontrar grandes planos generales. Aquellos que voléaban la playa entera de Gijón sobre una de sus telas. Pero ahora acerca la mirada y vemos detalles, primeros planos.
-He sentido un placer inmenso al magnificar las flores de cerezo o los melocotoneros. De todos modos, sigo hallando un gusto especial en el detalle, pero sé que no puede descender siempre a él. Por eso busco el horizonte.

-¿Qué siente al mirar sus primeros cuadros?
-Sorpresa, a veces, distancia, pero, en ocasiones, vuelves a lo que dejaste para profundizarlo.Y es que, a veces, hay que dar muchas vueltas para volver al principio.

-Su obra y la de otros muchos pintores de su generación ya tiene identidad de lugar. ¿Se puede hablar de una pintura asturiana?
-Estoy convencida. Tenemos una presencia contundente, con rasgos muy definidos que nos dan personalidad, pero los políticos no lo saben y no hacen nada pórque esta identidad se conozca fuerade la región..

-Hablando de políticos, ¿qué opina del proyecto de Centro de Arte Contemporáneo?
-Al Centro de Arte Contemporáneo le pido, sobre todo, que no sea un mausoleo, sino un lugar vivo, un lugar que todos podamos identificar con el siglo XXI.

El tiempo que florece

Título crítica: El tiempo que florece
Autor: Ángel Antonio Rodríguez
Publicación: El Comercio 1-6-2002

Ayer se inauguró en la galería Camión una muestra de Josefina Junco (Arriondas, 1949), que suma cinco individuales en esta sala desde que comenzó su tardía andadura artística, a comienzos de los ochenta. Entretanto, ha expuesto en otros espacios, como el Museo Evaristo Valle, la Casa Municipal de Cultura de Avilés o el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo, participando en numerosas colectivas dentro y fuera de Asturias. El conjunto que nos ocupa responde a los registros habituales de la autora, que en 2001 ya presentó un adelanto de estos trabajos en el Museo de Gijón Casa Natal de Jovellanos.

El título de aquella exposición -Murmullo de aromas sugería las actuales intenciones de Junco, que narra historias íntimas o se recrea temáticamente para plantear búsquedas donde conviven simbolismo y pictoricismo. En este sentido, su evolución ha sido coherente. Así, sin perder ese universo de apariencia primitivista que la personaliza, la entidad de sus cuadros ha ganado enteros, depurando elementos y creyendo en la esencialidad, la sobriedad formal y la experimentación. Autodidacta, en el último lustro ha mejorado técnicamente, centrando su impronta en los paisajes de su infancia, las series de árboles y flores, el sabor añejo y el paso del tiempo. Quizás por eso, ahora titula Trazos de esencias a este conjunto, constatando una actitud vital que pretende plasmar el recuerdo, el lugar habitado y el paso de las horas que, más o menos soñadas, se sugieren mediante alegóricos relojes, simulando lunas cálidas para proyectarse a terrenos de herencia metafisica.

Aquí, sin duda, respira cierto hálito generacional. No en vano, én la nómina de Comión es frecuente esta figuración narrativa, de silencios coloristas e instantes detenidos, que en cuadros como Desde mi ventana II, aquí presente, respondena planteamientos creativos comunes. Pero Josefina Junco, sin miedo al error, se arriesga plasmando sobre ellienio diversas pautas escenográficas, musicales y literarias que patentan, una vez más, la sinceridad de su paleta, amiga del silencio y enemiga de la complacencia. Su pintura, a mijuicio, no es lo que parece. El entramado demelodías plásticas que encierra, el esfuerzo integrador de cada pieza e, incluso, la ingenuidad compositiva, definen una huella cada día más personal.