Retrato de Camín


Título: “Retrato de Camín”
Técnica: Óleo s/ lienzo.
Medidas: 81x60 cms.
Fecha: 1991

Arboleda de Luis


Título: “Arboleda de Luis”
Técnica: Óleo s/ cartón.
Medidas: 80x110 cms.
Fecha: 1991

Vibraciones de energía

Título: “Vibraciones de energía”
Técnica: Óleo s/ lienzo.
Medidas: 80x100 cms.
Fecha: 1991

Atardecer en la playa de Gijón


Título: “Atardecer en la playa de Gijón”
Técnica: Óleo s/ cartón
Medidas: 80x110 cms.
Fecha: 1991

Brillos de otoño II

Título: “Brillos de otoño II”
Técnica: Témpera s/ cartón
Medidas: 24x26cms.
Fecha: 1991

Brillos de otoño I

Título: “Brillos de otoño I”
Técnica: Témpera s/ cartón
Medidas: 24x26cms.
Fecha: 1991

Bionauta

Título crítica: Bionauta
Autor: Juan José Plans
Publicación: La Nueva España 6-10-1991

Escribo en la borrascosa -meteorológicamente hablando- madrugada del último domingo de este borrascoso -políticamente hablando- septiembre; tal vez porque, como escribe Antonio Gamoneda (en Descripción de la mentira), que es un «canto de perplejidad», según él: «No sé bien por qué, pero lo digo»), el otoño se exprese «como pájaros invisibles».

Con él, el viernes, charlé en el Museo Barjola; tras hacerlo, en la galería Cornión -que celebra el décimo aniversario de su fundación: enhorabuena, Amador Fernández-, con casi todos los pintores asturianos que presentan una original exposición, la de «mutuos retrasos»: Antonio Suárez, por Pelayo Ortega; Rubio Camín, por Josefina Junco; Javier del Río, por José Arias; Ramón Prendes, por Rubio Camín; Reyes Díaz, por Javier del Río; Julio Castaño, por Fernando Redruello; José Arias, por Ramón Prendes; Pelayo Ortega, por Antonio Suárez; Melquíades Alvarez y Reyes Díaz, por Reyes Díaz; Fernando Redruello, por Julio Castaño; Josefina Junco, por Melquíades Alvarez: todos para todos, en una actividad -que algo tiene de aventura- digna de elogio, no sólo por la calidad de las obras; también por que muestra la unidad, y la amistad, que hay entre ellos.

Me dijo, mientras nos movíamos con prudencia alrededor de las agresivas esculturas (casi todas por los suelos) del para su fortuna arriesgado Máximo Trueba, que escribía un nuevo libro poético.

Con -«supongo que lo acabaré para dentro de un año, dos años...»- contenida quietud.

O sea, en el tiempo, pero sin tiempo.

Como debe ser.

«La tierra es más grande que tu corazón. / Sin embargo, la tierra de todos / cabrá en el corazón de cada uno». (De Paisaje, en Blues castellanos.).

Su poesía, para todos los tiempos.

Y ya que hablo del tiempo...

He retrasado, antes de acariciar el folio en blanco (algo, para mí, sensual), en sesenta minutos, más o menos -por lo del cambio de horario-, los relojes de la casa.

Dicen que así se ahorran unos cuantos miles de millones de pesetas.

Será cierto.Lo que es de kilovatios poco sé.

También he comido, y de un bocado -al estilo Garfield-, retrasando el reloj de la cocina, un trozo de ya fría pizza que alguno de mis hijos dejó en un plato.

Me supo a «cuatro estaciones».

Y me hice un café.

Esperando que la cafetera cumpliera (que, algunas veces, reconozco, es pedir demasiado: no es raro que se me olvide echar el agua o el café), salí imprudentemente a la terraza.

Caté cómo los árboles -fantasmagóricos- eran doblegados por los vientos.

Y son.

Hasta que me cubrió una ola de lluvia.

Por lo que el café lo he bebido con urgencia, también puedo decir que al estilo Garfield.

La taza,'vacía -lamentablemente- está sobre el libro que hace un rato acabé de leer: Las tentaciones de Antonio Saura, de Julián Ríos, todo un documento.

Espero un milagro.

Pero no.La taza no se llena, maravillosamente, de la deseada infusión.

Y enciendo un cigarrillo.

Sigo la danza del humo.

Recuerdo alguna de las buenas -que fueron muchas- jugadas del Sporting (2-1 al Barcelona).

Todo tan cotidiano, tan de diario.

Por lo que, me pregunto, si realmente desearía ser uno de los «bionautas» que se han aislado en Biosfera II.

Y dejo escrita la pregunta.

Retratos mutuos para un aniversario

Título crítica: Retratos mutuos para un aniversario
Autor: Rubén Suárez
Publicación: La Nueva España 4-10-1991

Retratos mutuos para un aniversario: MELQUIADES ALVAREZ, JOSE ARIAS, CAMIN, JULIO CASTAÑO, REYES DIAZ, JOSEFINA JUNCO, PELAYO ORTEGA, RAMON PRENDES, REDRUELLO, JAVIER DEL RIO, ANTONIO SUAREZ. PINTURAS.

En este año de 1991, se cumplen diez desde la inauguración de la Galería-Librería Cornión. Y si en cualquier caso el aniversario de una galería de arte siempre es buena noticia para la cultura, en éste hay que añadir que se alcanza con una trayectoria más que notable, desde la discreción de que siempre ha hecho gala Amador Fernández y lo reducido de su espacio dedicado al arte, que no impedido importantes exposiciones de destacados pintores asturianos y que incluye su presencia en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid.

Para conmemorar este décimo aniversario, presenta Cornión una exposición de retratos mutuos realizados entre pintores de la galería a los que une, además de esta coincidencia, la amistad. Así que ahora que en Madrid se presenta por la Fundación Cultural Mapfre Vida una importante exposición de autorretratos, género poco estudiado y mostrado en España pese a su indudable interés, tenemos en Gijón una muestra de un género aún más escaso de ver y por lo menos tan interesante. En lugar de presentarnos al pintor ante sí mismo y ante el espejo, nos lo presenta visto por otro pintor y el narcisismo que puede subyacer en el autorretrato es sustituido por la fraternidad.

En esta exposición, Melquiades Alvarez pinta a Josefina Junco, José Arias a Javier del Río, Rubio Camín a Ramón Prendes, Fernando Redruello a Julio Castaño, Reyes Díaz a Melquiades Alvarez y a ella misma, único autorretrato por no dejar sola a su pareja, Josefina Junco a Camín, Pelayo Ortega a Antonio Suárez, Ramón Prendes a José Arias, Fernando Redruello a Julio Castaño, Javier del Río a Reyes Díaz, y Antonio Suárez a Pelayo Ortega. Si no me he perdido en esta mutualidad, son Pelayo Ortega y Antonio Suárez los únicos que se devuelven el retrato. En todo caso todas las obras unen a los valores plásticos indudables en estos artistas un interesante perfil psicológico, desde el modiglianesco rostro de Reyes Díaz a la panteísta interpretación de Camín reinando sobre una naturaleza naif y con cara de sacar la lengua cuando pinta.

Con motivo de la exposición, ha editado Amador uno de esos pequeños libritos que suele publicar de vez en cuando y que en esta ocasión reproduce en color todos los cuadros expuestos. Lleva también un interesante prólogo de Francisco Carantoña y unos breves textos, verdaderamente deliciosos, de Miguel Mingotes. De él tomé ese Camín sacándose la lengua cuando pinta y siento no tener espacio para comentar alguna ocurrencia más, aunque bien mirado esa «cabeza de Pelayo Ortega que él destina a la iglesia de San Félix, Santo Cristo, de Candás», me parezca a mí más bien joseantoniana.

Total, una exposición que gusta ver y unos cuadros que apetecería a más de uno comprar si no fuera porque la muestra no es venal.

Cornión celebra sus diez años con una peculiar muestra de retratos


Exposición: GALERÍA DE MUTUOS RETRATOS
Fecha exposición: 27 - 09 - 1991
Título crítica: Cornión celebra sus diez años con una peculiar muestra de retratos
Publicación: La Nueva España 30-9-1991

La galería-librería gijonesa Cornión celebra estos días el décimo aniversario de su creación, el 11 de mayo de 1981, con una exposición de retratos que, bajo el título genérico de «Galería de mutuos retratos», aglutina lienzos de Melquíades Alvarez, José Arias, Joaquín Rubio Camín, Julio Castaño, Reyes Díaz, Josefina Junco, Pelayo Ortega, Ramón Prendes, Fernando Redruello, Javier del Río y Antonio Suárez.

La exposición presenta la originalidad de que los autores son a la vez pintores y modelos de sus colegas. Según Amador Fernández, principal responsable de Cornión, «la elección de los artistas constituye, sin duda, la principal dificultad que debe afrontar una exposición de tan personal y peculiar contenido. Sin embargo, ha sido fácil, ya que se trata de pintores habituales de nuestra galería y, ante todo, amigos. Tres excelentes circunstancias favorecedoras de una muestra casi irrepetible», concluye.

"Galería de mutuos retratos", un esfuerzo amistoso de once pintores asturianos

Exposición: GALERÍA DE MUTUOS RETRATOS
Título crítica: "Galería de mutuos retratos", un esfuerzo amistoso de once pintores asturianos
Autor: Paché Merayo
Publicación: El Comercio 28-09-1991

"Galería de mutuos retratos" es el resultado de una esfuerzo amistoso realizado y firmado por once artistas asturianos que se han pintado entre sí.

Esfuerzo, porque ninguno de ellos se dedica profesionalmente al retrato, ya que la descripción de rostros identificados, con nombres y apellidos propios es, para la mayoría, motivo de una huída que se traduce en la busqueda de la libertad y la falta de concesiones. Esfuerzo amistoso, porque el juego de salirse de su temática habitual ha tenido como motor la relación personal habida entre todos y profesada en esta aventura colectiva hacia Amador Fernández que, hace áños, cuando era aprendiz en una librería, se unió en tertulia a los pintores, y hoy, como propietario, recurre a su amistad para celebrar una década de vida de la librería-galería Cornion, la que se cumple este año.

Ayer, la aventura llegó a su punto álgido, al ser inaugurada la especial exposición, en 'las paredes de la galería, bajo la atenta mirada de los protagonistas. No todos, ya que tres, Melquiades Alvarez, Reyes Díaz y Ramón Prendes, no pudieron acudir a la cita.

El resto, Antonio Suárez, Pelayo Ortega, Rubio Camín, Josefina Junco, José Arias, Javier del Río, Julio Castaño y Redruello, estuvieron allí para celebrar la muestra. Fueron llegando poco a poco. Cada cual se situó al lado del reflejo pintado de sus rostros para elogiar el trabajo de sus colegas y expresar, unos la identificación que protagonizaban ante sus mutúos retratos y otros, el encuentro con una visión de sí mismos que no conocían.

SENTIRSE RETRATADO

El primero en dejarse ver comparado con su imagen fue Antonio Suárez, plasmado en papel por Pelayo Ortega. «El cuadro es perfecto. Soy yo esencialmente, me siento totalmente retratado», dijo Suárez, añadiendo rápidamente «soy uno de los más fieles seguidores de Pelayo Ortega, por lo que sería difícil que no me gustase su trabajo. Los trazos, la manera, todo es perfecto, además del parecido, que es evidente».

Antonio Suárez, que intercambió modelo con Pelayo Ortega por mutua decisión, es uno de los ejemplos claros del esfuerzo creador que supone "Galería de mutúos retratos". El, como la mayoría de sus colegas pintados, no es un pintor de rostros. «Hace años investigué el retrato y el resultado fue nefasto, tanto que ahora le tengo terror. No es que me resulte difícil, es que la gente no se conforma con la visión que has plasmado. Todos quieren ser más guapos y más guapas de lo que son»,explicó.

El modelo de excepción de Suárez, Pelayo Ortega, expresó la misma opinión que su retratista, a la vez que objetivo de sus pinceles, pero, además, añadió que «pintar personas identificadas trae consigo una limitación de libertad, dado que exige concesion a la persona que te ha encargado el cuadro. Es una labor bastante ingrata que impide crear en el concepto más amplio de la palabra. Como la mayoría de los que estamos hoy aquí, he realizado retratos amigos y familiares y, alguna ocasión, a personajes históricos, pero trato de escaparme con todas mis fuerzas del retrato de gente con nombre y apellidos propios que intente explicarme cómo debo pintarla.

Ortega se sintió pler mente identificado con la imagen que de él había captado Antonio Suárez y explicó que, «además de pintar mi gesto y mis rasgos, me ha pintado a mí,es decir, mi personalidad».

Ambos artistas coincidieron también en definir la exposición como un juego divertido en el que se identifica el retrato con el autorretrato, al ser realizado el primero ante el espejo de un amigo «que sabe de tus formas externas tanto como de las interiores».

En general, está fue la opinión de todos los pintores que acudieron a la inauguración de la "Galería de mutuos retratos". Sólo dos, Julio Castaño y su recíproco modelo y retratista Redruello, se manifestaron a favor de la obra como tal, más que de su significado como reflejo de rasgos y actitudes.

Por su parte, Joaquín Rubio Camín, que no pudo compartir la traducción de su trabajo con Ramón Prendes, modelo de su primer retrato público desde que dedicara su voluntad creadora a la escultura, por la ausencia de éste en la inauguración, se mostró encantado con el cuadro protagonizado por él y su verde Villaviciosa y firmado por Josefina Junco.

Josefina Junco, que recibió los halagos de Rubio Camín, no pudo hacer lo propio con su retratista Melquiades Alvarez -otro de los ausentes-, del que dijo que «nadie ha conseguido definirme de la manera que él lo ha hecho en este cuadro».

Uno a uno, todos los artistas participantes en esta aventura fueron explicando el cómo y el por qué de sus retratos y todos coincidieron en el reflejo más trascendente de la obra colectiva; todos hablaron de amistad y buen hacer.

"Galería de mutuos retratos", un esfuerzo amistoso de once pintores asturianos

Crítica

Exposición: GALERÍA DE MUTUOS RETRATOS
Fecha exposición: 27 - 09 - 1991
Título crítica: "Galería de mutuos retratos", un esfuerzo amistoso de once pintores asturianos
Autor: Paché Merayo
Publicación: El Comercio 28-09-1991

"Galería de mutuos retratos" es el resultado de una esfuerzo amistoso realizado
y firmado por once artistas asturianos que se han pintado entre sí.

Esfuerzo, porque ninguno de ellos se dedica profesionalmente al retrato, ya que
la descripción de rostros identificados, con nombres y apellidos propios es,
para la mayoría, motivo de una huída que se traduce en la busqueda de la
libertad y la falta de concesiones. Esfuerzo amistoso, porque el juego de
salirse de su temática habitual ha tenido como motor la relación personal habida
entre todos y profesada en esta aventura colectiva hacia Amador Fernández que,
hace áños, cuando era aprendiz en una librería, se unió en tertulia a los
pintores, y hoy, como propietario, recurre a su amistad para celebrar una década
de vida de la librería-galería Cornion, la que se cumple este año.

Ayer, la aventura llegó a su punto álgido, al ser inaugurada la especial
exposición, en 'las paredes de la galería, bajo la atenta mirada de los
protagonistas. No todos, ya que tres, Melquiades Alvarez, Reyes Díaz y Ramón
Prendes, no pudieron acudir a la cita.

El resto, Antonio Suárez, Pelayo Ortega, Rubio Camín, Josefina Junco, José
Arias, Javier del Río, Julio Castaño y Redruello, estuvieron allí para celebrar
la muestra. Fueron llegando poco a poco. Cada cual se situó al lado del reflejo
pintado de sus rostros para elogiar el trabajo de sus colegas y expresar, unos
la identificación que protagonizaban ante sus mutúos retratos y otros, el
encuentro con una visión de sí mismos que no conocían.

SENTIRSE RETRATADO

El primero en dejarse ver comparado con su imagen fue Antonio Suárez, plasmado
en papel por Pelayo Ortega. «El cuadro es perfecto. Soy yo esencialmente, me
siento totalmente retratado», dijo Suárez, añadiendo rápidamente «soy uno de los
más fieles seguidores de Pelayo Ortega, por lo que sería difícil que no me
gustase su trabajo. Los trazos, la manera, todo es perfecto, además del
parecido, que es evidente».

Antonio Suárez, que intercambió modelo con Pelayo Ortega por mutua decisión, es
uno de los ejemplos claros del esfuerzo creador que supone "Galería de mutúos
retratos". El, como la mayoría de sus colegas pintados, no es un pintor de
rostros. «Hace años investigué el retrato y el resultado fue nefasto, tanto que
ahora le tengo terror. No es que me resulte difícil, es que la gente no se
conforma con la visión que has plasmado. Todos quieren ser más guapos y más
guapas de lo que son»,explicó.

El modelo de excepción de Suárez, Pelayo Ortega, expresó la misma opinión que su
retratista, a la vez que objetivo de sus pinceles, pero, además, añadió que
«pintar personas identificadas trae consigo una limitación de libertad, dado que
exige concesion a la persona que te ha encargado el cuadro. Es una labor
bastante ingrata que impide crear en el concepto más amplio de la palabra. Como
la mayoría de los que estamos hoy aquí, he realizado retratos amigos y
familiares y, alguna ocasión, a personajes históricos, pero trato de escaparme
con todas mis fuerzas del retrato de gente con nombre y apellidos propios que
intente explicarme cómo debo pintarla.

Ortega se sintió pler mente identificado con la imagen que de él había captado
Antonio Suárez y explicó que, «además de pintar mi gesto y mis rasgos, me ha
pintado a mí,es decir, mi personalidad».

Ambos artistas coincidieron también en definir la exposición como un juego
divertido en el que se identifica el retrato con el autorretrato, al ser
realizado el primero ante el espejo de un amigo «que sabe de tus formas externas
tanto como de las interiores».

En general, está fue la opinión de todos los pintores que acudieron a la
inauguración de la "Galería de mutuos retratos". Sólo dos, Julio Castaño y su
recíproco modelo y retratista Redruello, se manifestaron a favor de la obra como
tal, más que de su significado como reflejo de rasgos y actitudes.

Por su parte, Joaquín Rubio Camín, que no pudo compartir la traducción de su
trabajo con Ramón Prendes, modelo de su primer retrato público desde que
dedicara su voluntad creadora a la escultura, por la ausencia de éste en la
inauguración, se mostró encantado con el cuadro protagonizado por él y su verde
Villaviciosa y firmado por Josefina Junco.

Josefina Junco, que recibió los halagos de Rubio Camín, no pudo hacer lo propio
con su retratista Melquiades Alvarez -otro de los ausentes-, del que dijo que
«nadie ha conseguido definirme de la manera que él lo ha hecho en este cuadro».

Uno a uno, todos los artistas participantes en esta aventura fueron explicando
el cómo y el por qué de sus retratos y todos coincidieron en el reflejo más
trascendente de la obra colectiva; todos hablaron de amistad y buen hacer.

La galería-librería Cornión organiza una exposición de retratos-con motivo de su

GALERÍA DE MUTUOS RETRATOS
Título crítica: La galería-librería Cornión organiza una exposición de retratos-con motivo de su
Publicación: D-16 Asturias 28-09-1991

La galería-librería gijonesa Cornión ha organizado una peculiar exposición con motivo del décimo aniversarío de la sala. La muestra "convierte a los autores en pintores y modelos de sus propios colegas y amigos, en una exposición sin ataduras comerciales limitadoras de la libertad creativa", según Amador Fernández, uno de los responsables de la galería.

Los organizadores de esta original exposición han editado un pequeño libro, con prólogo de Francisco Carantoña y textos de Miguel Mingotes, que pretende ser según Fernández "crónica y constancia de dicha muestra". El responsable de la sala señaló que dicha publicación "se suma a la pequeña y continuada labor cultural que mantenemos y que acaba de cumplir su primera década". En el prólogo Carantoña señala que la exposición "se define por la carga esotérica que electriza el conjunto, y por la continua renovación del diálogo entre las imágenes que en ella están presentes".

El director de El Comercio señala en la publicación que el pintor "Fernado Redruello ve a Julio Castaño como ser secreto y Castaño ha visto a Redruello con un rostro tallado en planos y aristas imperiosas".

Antonio Suárez y Pelayo Ortega juegan también en esta muestra describiendo pincelada a pincelada los rostros de cada artista. Para Carantoña, Suárez"integra a Pelayo Ortega en un universo de manchas preinformales y le hace mirar hacía delante, como profetizándole audiencia universal...". Por el contrario Carantoña cree que Pelayo Ortega "pone melancolía en los ojos de Antonio Suárez"

Catálogo de la exposición GALERÍA DE MUTUOS RETRATOS

PRESENTACION CRÍTICAS: Se inaugura hoy en el Museo Antón de Candás la "Galería de mutuos retratos" (El Comercio) Cornión celebra sus diez años con una peculiar muestra de retratos (La Nueva España) "Galería de mutuos retratos", un esfuerzo amistoso de once pintores asturianos. Paché Merayo (El Comercio) La galería-librería Cornión organiza una exposición de retratos-con motivo de su... (D-16 Asturias) Retratos mutuos para un aniversario. Rubén Suárez (La Nueva España) Bionauta. Juan José Plans (La Nueva España) Desde el 11 de mayo de 1981, fecha de la inauguración, hasta hoy, han transcurrido diez años. En este periodo de tiempo, la librería-galería vino recibiendo distintas transformaciones físicas, organizativas y conceptuales con un objeto primordial y único: mejorar la atención y el servicio al cliente, principal protagonista del personal e interrelacionado conjunto que es CORNION. Para conmemorar nuestro décimo aniversario hemos organizado la presente exposición, no venal y sin ataduras comerciales limitadoras de la libertad creativa, que convierte a los auotres en pintores y modelos de sus propios colegas y amigos. La elección de los artístas constituye, sin duda, la principal dificultad que debe afrontar una exposición de tan personal y peculiar contenido. Sin embargo ha sido fácil ya que se trata de pintores habituales de nuestra galería, clientes de la librería y, ante todo, amigos. Tres excelentes circunstancias favorecedoras de una muestra casi irrepetible. El libro que tienes en tus manos pretende ser crónica y constancia de dicha muestra y se suma a la pequeña y continuada labor cultural que mantenemos y que acaba de cumplir su primera década. AMADOR FERNÁNDEZ El autorretrato exige la presencia del espejo: El pintor, ante él, se encuentra asomado / enfrentado a un mirador inquietante, y se realiza como doble protagonista a través de Ia contemplación y de la acción. El autorretrat es un género fascinante: unas veces el pintor se mete dentro del cuadro, como hace Velazquez en "Las Menihas", o en "Las Lanzas",y otras pretende huir del lienzo para entrar ,en el espacio dónde, se situa el que contempla, como hace Murillo en el autorretrato de la National Gallery, de Londres, al poner la mano sobre el marco ficticio que encuadra su figura. El autorretrato es testimonio, delirio, revelación de maestría, confesión de desamparo, huida hacia la gloria desde la soledad del relegado... En la mente del lector están ejemplos y más ejemplos de autorretratos encajables en esos planteamientos. Los autorretratos de Durero son como una antología de las situaciones del ánimo que empujan al artista a autocomplacerse, con su imagen, desde el sentimiento de la plenitud y la seguridad, o desde la zozobra de la decadencia del cuerpo y del espíritu. Es enigmático el autorretrato hecho ante el espejo, pero resulta más ambiguo todavía, o produce mayor desconcierto, él autorretrato hecho no ante una placa pulida de cristal argentado sino buscando la referencia y el reflejo en los ojos de otro pintor. Quiero decir que cuando un pintor se ve en otro con el pretexto de retratarle la relación artista - modelo adquiere un esotérico dinamismo. Hay una interacción diferente entonces entre el que crea y el que estimula la creación, porque quienes se entregan al oficio - o al vicio - de pintar forman un colectivo anómalo, con alucinaciones distintas a las del común de los mortales. La mirada de un pintor que pinta a otro pintor no se detiene en la piel, o en las sombras y luces del gesto o del caracter, sino que penetra a través de los ojos del otro en el revés de las pinceladas, en las causas de la vibración de cada mancha, en el secreto de los espacios, en el misterio que se esconde entre la placa de pigmento y la superficie intima, en apariencia neutra, que yace sobre el lienzo como embrionario punto de partida. Los pintores son gente extraña, con ternura y zarpazo, que hacen chocar la hondura y la apariencia y alumbran destellos de insana lucidez. Cuando se miran unos a otros, los pintores llegan al fondo de las sombras absolutas, o activan la recóndita descarga eléctrica que desde el cerebro llega a la muñeca y le da dimensión sobrehumana a una simple curva trazada a sentimiento. Buscan entonces los pintores cosas distintas, hallan otras evidencias, dialogan en otro idioma diferente del nuestro. Por todo ello una colección de cuadros como esta que la Galería Cornión presenta, cuando se acerca el otoño de 1991, se define por la carga esotérica que electriza el conjunto, y por la continua renovación del diálogo entre las imágenes que en ella están presentes. Julio Castaño ha visto por un instante a Redruello con un rostro tallado en planos y aristas imperiosas, según la imagen que de Ezra Pound trazaron el escultor Gaudier-Brzeska o el pintor Percy Wyndham Lewis. Redruello ve a Castaño como ser secreto, envuelto en un sudario de largas pinceladas que él extiende con apariencia de atento estudioso, aunque va hasta el más allá en su prenetrante acción de envolver el ser. (Uno piensa en el expresionismo abstracto, pero Redruello y Castaño son demasiado corteses como para acercarse en esta tarea de mutuo escrutinio a De Kooning) Camín, apoyándose en la cera, en el carbón y en la acuarela, se interroga ante Ramón Prendes intentando recordar el sendero por él perdido al abandonar la llanura y adentrarse en los espacios corpóreos y quebrados. Melquiades Alvarez acentua las disparidades en ese combate de observaciones con retroalimentación, y situa a Josefina Junco, de rostro ancho, ojos separados y melena leonardesca, en las oscuras orgías solsticiales del renacer. Josefina Junco homologa a Camín con el cielo y la montaña, convirtiendole en personaje ancestral, o en deidad de la bonhomía. José Arias no dilucida a Javier del Rio: sólo concreta un gesto taciturno que emerge entre las manchas deslizantes de un cuadro que nunca será terminado. Javier del Rio encuentra a Reyes Diaz en la voz de Modigliani, dentro de una modulación de los soliloquios del Botticelli de nuestro siglo, y Reyes se subraya a si misma como estrella que guía frente a frente con Melquiades Alvarez. Antonio Suarez, Antonio, integra a Pelayo Ortega en un universo de manchas preinformales y le hace mirar hacia adelante, como profetizándole audiencia universal. Pelayo Ortega pone melancolía en Antonio Suarez, melancolía en los ojos y en la mano experta y sensible que se abandona en el recuerdo de todo lo pintado. Las cosas eran así en aquel instante en que yo vi los cuadros de esta exposición. Luego las miradas y los destellos hablaron de otra manera, deletreando nuevos hallazgos de cada uno en el propio ser y en el ser de otro. Ponerse en el centro del espacio definido por ese entrecruzarse de las miradas es entrar en el mundo que está detrás de las retinas de los que crean. En esta ocasión no es la plata azogada del revés de un espejo la que abre el paso al misterio, sino el trasfondo que se esconde más allá de los cristalinos. Es una comunidad de intimidades la que así se crea, y los demás al penetrar en ella nos convertimos en intrusos/invasores de una ceremonia secreta regida por la liturgia del mutuo avizorar. Dicho con otras palabras: en esta exposición los pintores no nos necesitan. Nosotros, en cambio, encontramos en sus cuadros un atractivo y complejo jeroglífico, que nunca terminaremos de dilucidar.

FRANCISCO CARANTOÑA