Caminos


CAMINOS: Josefina Junco
del 1 al 30 de abril de 2016
Galería Cornión.
Gijón.

- Agri mater, 2015.
Aquel tiempo I, 2013.
- Aquel tiempo II, 2013.
- Arena, 2015.
- Ecos del silencio, 2015.
- El Musel (zona), 2015.
- El Senado, 2015.
- El tiempo I, 2013.
- El tiempo II, 2013.
- Hilo de las horas, 2014.
- Hilos misteriosos, 2014.
- Horas fugaces, 2013.
- Inmensidad, 2015.
- Lex, 2015.
- Muñeca, 2013.
- Paisaje verde I, 2015.
- Paisaje verde II, 2015.
- Plaza de Ramales, 2014.
- Por el muelle I, 2013.
- Por el muelle II, 2013.
- Reencuentro I, 2013.
- Reencuentro II, 2013.
- Resplandor, 2015.
- Testimonio, 2015.    



La Escuela de Gijón

Era a su borde asomada
una rosa inmaculada de un rosal.


Estos versos de los hermanos Álvarez Quintero, cantados como nadie por el inolvidable Pepe Marchena, fueron lo primero que me vino a la cabeza cuando Josefina Junco me pidió que escribiera algo para el catálogo de esta exposición. Y es que el jardín sonriente y las tranquilas y cristalinas fuentes están, cómo no, siempre presentes en la obra de J. J. Es decir, está gloriosamente la belleza, claro, para fortuna de los que admiramos y amamos su pintura.

Ahora nos ofrece en Cornión veintitantos cuadros, última tanda, bajo su personalísimo y entrañable estilo ingenuista, interpretando con esmerado pincel sus visiones, recuerdos y otras iluminadas ensoñaciones de las que tanto nos habla su arte, y donde nunca falta un profundo acento de ternura y delicadeza.

Era un probe jardinero
que cuidaba con esmero del vergel;

 
Y eso es exactamente lo que hace Josefina con sus creaciones, parirlas con sinceridad, nobleza y sentimiento, sin falsos o impostados resortes, sin manidos recursos, sin aspavientos y sin caer en modas, tendencias u otros desperfectos. Ella cuida de sus criaturas con pasión de madre generosa y abnegada, otorgándoles sabia consistencia y tierna madurez, hasta que alcanzan la redonda plenitud de la obra bien hecha. Se trata de una pintura alada y sentimental, con esa certeza de los verdaderos artistas. Junco es idéntica a sí misma, sin copiarse ni repetirse jamás.

Así, encontramos felizmente en sus cuadros el gran asunto de la vida, de la gozosa y espléndida existencia, de las personas que se enamoran bailando en una verbena de verano, de los caminos festoneados de flores silvestres, de verdes praderas esmaltadas de margaritas, de árboles frutales y plantas aromáticas, de manzanos en flor, siempre el manzano, de soñadas casas idílicas, lugares encantados, inquietantes y misteriosos personajes como fuera del espacio y del tiempo, remotos mares en calma, barcos en confusas singladuras, la vida y la naturaleza, en fin, la dulce y tamizada luz del norte y los cromatismos que consigue, con mil reflejos y mil detalles de sutiles exquisiteces.
y era la rosa un tesoro de más quilates que el oro para él..

Y para ella. Para nuestra querida artista asturiana, cuyo lenguaje y personal estilo es de una coherencia pasmosa, investigando sin descanso dentro de su inimitable mundo y casi siempre sorprendiéndonos con hermosos hallazgos.

A Josefina le sobran hoy día criterio y oficio, buen gusto y sensibilidad, equilibrio y sentido común para pintar con hondura. Y qué placentero resulta ver que se mantiene con gran firmeza en lo suyo. Es decir, en la pintura pura, en la gloriosa y española tradición de pintar como siempre, desde la más alta antigüedad a ayer mismo, desdeñando modas o, como ahora se dice, pasando de las nuevas tendencias y soportes, de extravagantes y efímeras temáticas, algunas verdaderamente grotescas.  Gracias, Josefina Junco, por no sucumbir al feísmo de estos tiempos tan confusos y gracias por seguir ofreciendo en tus creaciones motivos evocadores con tu inimitable lirismo, frente a las mutaciones temporales del Arte y sus veleidades.
….. ….. …..
Gijón era ensimismarse, en un anochecer de noviembre, desde la barra del viejo Riscal, viendo caer la lluvia fina con una paz infinita en el corazón. Y era ver con asombro el alumbramiento de una irrepetible pléyade de artistas, numerosas galerías privadas, magníficos espacios públicos y un gusto y una afición por el coleccionismo, como yo no he visto en ninguna otra ciudad de España. Pero ése es asunto para tratar en otro momento y otro lugar. Ahora solo se me ocurre el título, el mismo del encabezamiento.

Cándido Fernández
Madrid, febrero de 2016.

JOSEFINA JUNCO: delicadeza y sensibilidad.

José A. Samaniego. La Nueva España 26-04-2016

 “Caminos”. Josefina Junco. Librería- Galería Cornión. Calle la Merced, 45. Del 1 de abril al 9 de mayo. Horario comercial.

Josefina Junco  Quesada (Arriondas, 15 de julio de 1949), licenciada en Filología Románica por la Universidad de Oviedo, ha sido durante 34 años profesora de Lengua y Literatura Española en el Instituto “Jimena” de Gijón, ciudad donde reside. Pintora autodidacta, es la octava de sus exposiciones individuales en Cornión desde que empezó a mostrar en público sus obras en 1986,  habiendo participado en otras 18 colectivas en esta misma Galería. Además de la pintura, J. J.  sabe de cerámica. Hizo un curso en 1980 dirigido por Paco Arenas y Martí Royo, exponiendo sus “collares cerámicos” en Gijón, Avilés y Madrid, entre 1982-84. Esta experiencia sirvió a J. J. para conocer cómo se comportan pigmentos y colores al horno y en frío. Reconoce lo mucho que aprendió de Paco Arenas. Ha realizado también ilustraciones para las portadas de dos libros recientes del médico, droguero y escritor Alfonso Peláez y diseños para el Colectivo de Vega en Defensa del Mundo Rural (Vaso de sidra y Rómpese un tonel).  Para esta exposición se ha editado un catálogo impreso en Gráficas Martín, diseñado por Pablo Basagoiti, con textos de Cándido Fernández y fotografías de Ignacio Acuña.

Le pregunto a J. J. qué relación hay entre la literatura que ella ha explicado como profesora y su obra pictórica. Contesta que se enriquecen mutuamente, que la literatura nutre sus pinturas, arropa su fantasía, estimula su sensibilidad, le hace presente el misterio de la vida. Confiesa que ha leído más novela que poesía y que tiene entre sus autores favoritos a los internacionales Marcel Proust y Marguerite Yourcenar, a Jesús Carrasco, Rosa Montero y Adelaida García Morales (1945-2014) entre los recientes españoles, a Garcilaso, Fernando de Rojas y Cervantes, entre los clásicos españoles. Relee El Quijote y más desde los trabajos de Andrés Trapiello. Le pregunto también cómo han vivido sus alumnos, la mayoría chicas en el “Jimena”, el tener en clase una pintora de reconocido prestigio, si han visitado sus exposiciones y conocen su obra. Me dice que su alumnado ha seguido su obra con entusiasmo y muy de cerca. A menudo les ha llevado a Cornión en visitas guiadas. Recuerda una vez la locura de llevar a Oviedo a 150 de sus alumnos en ALSA. Fue en el año 1988, una colectiva itinerante en la Caja de Ahorros.  Incluso en la clase de Literatura explicaba a veces con cuadros suyos la teoría de la comunicación lingüística: emisor, receptor, mensaje, código. Con el tiempo, algunos de sus alumnos se han convertido en clientes de su obra. Se sorprende de estas dos preguntas, relativas a la relación entre pintura y literatura y a la participación o eco de su obra en su alumnado. Dice que es la primera vez que alguien de la prensa le pregunta estas cosas. Aunque se lo explica porque quien pregunta y esto escribe también ha sido profesor-educador y ha llevado a sus alumnos a visitar monumentos y exposiciones por Gijón, España y Europa.

Repasamos algunas de las 25 obras de J. J. en Cornión.  Dice que tuvo dos abuelos indianos, uno que volvió rico y otro con poca cosa. “Ecos de silencio” se refiere a la casa de uno de ellos en Triongo, (Cangas de Onís), orillas del Sella, una casa con galería  que hoy está deshabitada y en proceso de desmoronamiento. El cielo se ha vuelto gris-verdoso, la tensión entre los verdes causa inquietud y angustia, anuncia la tormenta.  Otra casa parecida se titula “Testimonio”, medio habitada, pero con una parte  en ruinas. Dice J. J.  que no cuidamos Asturias y que pintamos a veces, como   Melquíades Álvarez, para dar “testimonio” de lo que había y se ha perdido. Homenaje a esta Asturias que pierde todo tipo de patrimonio, sustituido a veces por construcciones absurdas, tan absurdas y dañinas como las plantaciones de eucaliptus, son los cuadros “Paisaje verde, I y II”, que se sitúan en Taborneda (Avilés) y dan a su vez muestra del toque preciso y tranquilo de la pintora, capaz de expresar las variantes de verdes del campo asturiano. Obra parecida en temática, pero sorprendente por su factura a pinceladas desinhibidas y gestuales, es la titulada “Inmensidad”. Hay otras obras que abordan temáticas de mayor intimidad, como el paso del tiempo, el paso de la vida. La primera “Lex”, la ley de la vida. Una flor de cerezo en tres fases: nacimiento, plenitud y decadencia. Vemos en diagonal cómo la flor abre, alcanza su espléndida belleza y acaba marchitándose, arrugándose, cambiando incluso de color. Cuatro obras enlazan la casa y el reloj, la casa y la familia sumergidas en el tiempo. Y otras tres utilizan la muñeca y el recuerdo de la mecedora para expresar la infancia pasada, una muñeca que puede verse en el escaparate de Cornión.  No faltan los mirlos y las calas blancas de mayo. La ciudad de Gijón también está presente, pues la pintora se ha fijado en el Musel, el cerro de Santa Catalina con el Elogio de Chillida, el arenal de San Lorenzo y dos espléndidos cuadros del muelle viejo, con las palmeras, los barcos de recreo y edificios singulares, dejando en mera línea otros que no dicen nada a la pintora. Recuerdan obras sobre Gijón de Javier del Río y Pelayo Ortega.  Incluso dos trabajos sobre Madrid, la Plaza de Ramales y el Senado, saben a cercanías de la Plaza Mayor de Gijón. Digamos finalmente que J. J.  lucha por expresarse mediante el color con sus veladuras, un óleo que a menudo mezcla con polvo de cuarzo o de mármol, para evitar reflejos y dar a la obra cierto espesor y contundencia. Y digamos también que una exposición de J. J.  mueve en mensajes, visitas y felicitaciones a unos cuantos cientos de personas en esta ciudad.

                                                                           JOSÉ A. SAMANIEGO

Imágenes: 01.- “Por el muelle II”.   02.- “Lex”. 03.- “Reencuentro I”.  04.- “Ecos del silencio”. 05 “El Musel.(zona) ”·

La espiritualidad de Josefina Junco

Cuca Alonso. La Nueva España 4-04-2016


La artista muestra en la sala Cornión treinta obras al óleo llenas de trascendencia y personalidad.

La sala de Arte Cornión inauguró ayer una nueva muestra de la pintora Josefina Junco. Había expectación por ver qué camino ha seguido el trabajo de esta gran mujer y excepcional artista. Y como es habitual en ella, su colección está destinada al éxito. Josefina Junco presenta casi treinta cuadros, adjuntos a su original y lírica interpretación del mundo que la rodea, con la virtud de que sabe cambiar de temas, soportes, ambientes, sin dimitir de ella misma. Pinta como siempre, escuchando únicamente a su sensibilidad y buen gusto.

El resultado es un compendio de belleza en la que no se precisa rebuscar para descubrir los matices de su logro. La excelencia es contundente. Mirando su obra todos quisiéramos tener esa lente que ella maneja de un modo tan magistral, de manera que cualquier imagen cobra trascendencia, personalidad y poesía. Si una flor es hermosa en su propio ser, bajo los pinceles cargados de óleo de Josefina Junco -se ha pasado al óleo- se reviste de espiritualidad y gracia. La playa de San Lorenzo, por ejemplo, con la panorámica de la iglesia de San Pedro al fondo, un enfoque tan manido, bajo el arte de Josefina Junco se corona de ensueños.

El Musel, el Muelle, el campo, la primavera, el tiempo, el silencio, y hasta los edificios urbanos, logran trasmitir un hondo placer a quien los contempla. Tiene algo de hechicera, la pintura de Josefina Junco. Su encanto personal queda estampillado en sus obras como un ADN; dulzura, oficio, plenitud, elegancia... Virtudes que también están en movimiento; su cuadro titulado "Inmensidad" señala el inicio de una nueva aventura, en la que sin duda Josefina Junco triunfará. Enhorabuena.

Josefina Junco ensancha sus caminos en Cornión

Juan Carlos GEA. Asturias 24, 4-04-2016


La pintora se acerca a todos sus temas predilectos ensayando nuevos recursos técnicos para su muestra más variada.

Gusta Josefina Junco (Arriondas, 1949) de titular sus exposiciones con una palabra o una sencilla expresión que fija, sin coerciones, una sutil dirección para orientar la mirada. Sus muestras se han encabezado con títulos como Huellas, Encuentros, Estelas, Trazos de ausencias, Espejos de miradas, Espacios de armonía, todas ellas en Cornión, o Espacios y tiempo, como rotuló su doble muestra en la localidad burgalesa de Covarrubias. Mirando retrospectivamente esa serie de títulos se comprueba que, desde una perspectiva u otra, toda la pintura de Junco se deja describir al completo en ellos. A ese listado se incorpora ahora Caminos, su nueva individual en la galería gijonesa donde se dio a conocer en 1987.

El título está bien traído. Hay caminos pintados, pero sobre todo hay caminos abiertos desde cada cuadro. Como de costumbre en la obra de Junco, el conjunto de los lienzos que la componen convierte la sala en una encrucijada de la que parten rutas hacia evocaciones de lugares existentes en el mundo -el natural o el urbano: Arriondas, Gijón, Madrid, Covarrubias...- o en la mente -los ámbitos del recuerdo o la ensoñación- y, a su vez, rutas que van desde todas esas imágenes hacia la vida. Porque, como supo ver muy bien Joaquín Rubio Camín, los cuadros de Josefina Junco componen una crónica personal, un gran relato del tiempo vivido del que la pintora nos hace testigos, a partir de un rasgo que comparte plenamente con la generación de artistas gijoneses (o arraigados en Gijón) de la que forma parte: el culto al lugar como escenario de la experiencia, la consagración del pequeño espacio de lo local como manifestación de la universalidad de la vivencia del tiempo.
Un tiempo siempre medido por el peso y el paso de lo efímero. Siempre en fuga.

Pero, además, en esta ocasión los caminos son probablemente los más variados que Josefina Junco haya concentrado en una sola muestra, e incluyen además nuevas direcciones plásticas, apuntando en este sentido también hacia un futuro posible en su pintura. Frente a su predilección por pigmentos muy ligeros que el lino absorbía, integrando pintura y soporte casi como en un estampado textil, y una pincelada fluida o apenas cargada, ahora la pintora ha optado por el óleo enriquecido y adensado con las texturas del polvo de cuarzo y por el uso de veladuras que añaden riqueza plástica y matices al vocabulario característico de la pintora: la minuciosidad del dibujo y la pincelada y una inconfundible paleta que ahora gana en vibración, gradaciones tonales para representar sus temas predilectos.

Cada uno de ellos recibe un tratamiento distintivo dentro de la unidad de visión y de poética a la que Junco se mantiene fiel desde siempre. Los paisajes asturianos de montaña o marina concentran la mayor complejidad compositiva y la mayor profusión de detalles, así como los recursos técnicos más innovadores en la pintora. Junto a ellos, da rienda suelta a su mirada más liviana y juguetona en las estampas madrileñas, y reserva su habitual mundo de mujeres ensimismadas que flotan en la neutralidad del color, relojes, lunas y muñecas para las obras de mayor potencia lírica y simbólica. Destaca además un gran cuadro de tema floral, otro de los favoritos de Josefina Junco, y la sorpresa de un paisaje aéreo pintado con especial espontaneidad y soltura a base de golpes horizontales de pincel en el que, de puro elevada, la mirada empieza a perder la referencia de la figura y se adentra en un camino nuevo para la pintora: el de la abstracción.

Caminos de constancia

Ángel A. Rodríguez. El Comercio 2-04-2016


Cuatro años después de su anterior exposición, Josefina Junco vuelve a la sala Cornión con veinte obras recientes.

En Gijón, la galería Cornión presentó ayer una nueva exposición de Josefina Junco (Arriondas, 1949), cuatro años después de su última individual en la misma sala. Con el título `Caminos' la veterana pintora mantiene intacta su peculiar huella figurativa abordando viejas y nuevas temáticas dominadas aún por la memoria y la naturaleza, mientras mejora notablemente sus calidades plásticas.

Han pasado dos largas décadas desde que Josefina Junco se lanzó por primera vez al circuito expositivo, comenzando una sólida carrera siempre dominada por composiciones pictóricas inspiradas en su infancia, a las faldas del Sueve. Recuerdos infantiles que fluyen bajo una suerte de primitivismo que ha ganado enteros evolucionando a partir de la versatilidad técnica y de un trasfondo discursivo que le ha permitido hallar su universo más singular. Sueños y fantasías que fluyen de una mirada al paisaje cercano y que comparten los registros expresivos de varios compañeros de galería, como Pelayo Ortega o Javier del Río.

Esa querencia generacional de Josefina Junco se aprecia especialmente en los escenarios urbanos, centrados fundamentalmente en miradas hacia Gijón bajo el dinamismo de su playa y su puerto. Ahí la pintora configura imágenes que giran sobre sí mismas alternando el ayer y el hoy. La muestra incluye, además, numerosas soluciones vegetales, partiendo de elementos que Josefina Junco domina perfectamente, con árboles, nubes, horizontes y flores cuya esencia supera el esquema estético para profundizar más y mejor en nuevas metas, exploraciones recientes de carácter más íntimo.

Sencillez aparente.
Escribiendo sobre Josefina Junco hemos aludido, a menudo, a la aparente sencillez de sus trabajos señalando que, como ocurría con grandes artistas históricos como Henri Rousseau, parecen basados en el `candor' pero no son ingenuos. Muy al contrario, sus `caminos' son vías que sirven de espejo para defender la buena pintura. Detalles que captan los silencios eludiendo caer en términos como " náif " porque entre, sus verdes, rosas, malvas y azules los contrastes cromáticos generan una certeza especial que, sin pretensiones, anhelan el goce y la tensión visual.

Manzanos, cerezos o membrillos no son aquí datos representativos, sino ejemplos de una energía sobria, alegato hacia la complejidad de la propia vida. Y las calles de Gijón, de Arriondas o de Madrid son excusas temáticas para dialogar con la propia pintura y tratar de entender el cómo y el por qué pasan los días o las horas sin que apenas nos demos cuenta. Pinturas con voz muy personal, con misterios propios y elementos referenciales hacia otros artistas cuya evidencia, lejos de ser un problema, es un factor añadido. Un esfuerzo noble para enriquecer las cosas que se abordan con fe y cariño, sin olvidar que la memoria está aquí siempre al servicio o, quizás, a las órdenes del corazón.

El tiempo y los paisajes de Josefina Junco

J.L.Argüelles . La Nueva España 31-03-2016


La pintora asturiana inaugura mañana en la sala gijonesa Cornión Caminos, la obra última de una artista dueña de una muy singular figuración.

Algunos artistas se aquilatan con el paso de los años, extraen lo mejor de su experiencia y muestran las facetas más exactas de sí mismos. Se desprenden, en fin, de los engolamientos estilísticos y de las facilidades retóricas para concentrarse en lo esencial sin abandonar las obsesiones temáticas y estéticas que les son propias, su singularidad. Es el caso de Josefina Junco (1949), pintora parraguesa afincada desde muy joven en Gijón, donde ha sido también profesora de Lengua y Literatura en el instituto "Doña Jimena Su muy acotado mundo plástico, concebido desde una sugeridora figuración que se sostiene en las correspondencias de la composición y en el sólido sostén del dibujo, se ha ido asentado desde la renuncia a la reiteración de lo accesorio, que nada añade, para buscar lo sustancial en las sendas de la variedad. Y todo sin restar primor a su obra.

De ahí que Caminos, el título elegido para la exposición que inaugurará mañana, viernes, en la sala Cornión, en Gijón, esté justificado. Es sencillo y exacto, pues no otra cosa encontramos en estos cuadros que vías por las que Josefina Junco ha transitado hasta llegar a una pieza como "Inmensidad", firmada este mismo año y con la que su autora parece querer hacer resumen de lo andado hasta ahora y, a la vez, lanzar sus dados al aire de una encrucijada. Es como si la pincelada buscara ahí, resuelto el asidero figurativo, un vagabundeo hacia las instancias de la abstracción y del puro pintar. Veremos, en el inmediato futuro, si es punto de partida o sólo de llegada, la cuajada manifestación de una artista a la que, como ella misma confiesa, le aburre la repetición y le tienta el reto de la novedad.

Josefina Junco, pintora que no hizo su primera individual (también en Cornión, a la que ha seguido fiel) hasta tener cercanos los cuarenta años de edad, no sólo posee una exquisita técnica (sus veladuras, por ejemplo, o las perspectivas) y un acuñado estilo, como hemos venido escribiendo hasta aquí. Es autora que, además, dice cosas desde el poso de una melancolía serena y alejada del desgarro histriónico, cuya pátina deja en todo lo que termina: paisajes urbanos y campestres, casas y barcos, flores y muñecas, mecedoras y relojes.

Su pintura ofrece, creo yo, dos temas fundamentales: esa personalísima relación que establece entre los volúmenes y el color, y, por otro lado, la suave herida abierta por el paso del tiempo ("sed fugit interea, fugit irreparabile tempus", escribió Virgilio en Las Geórgicas) y que ella señala levemente, sin énfasis.

En Caminos reúne veinticuatro óleos sobre lienzo (ella prefiere el lino Velázquez) que resumen los espacios explorados y convertidos desde el año 2013, fecha de su última muestra individual en esta misma galería, en la geografía de una pintura que aspira a concretar una visión íntima del mundo exterior (los paisajes, por ejemplo, en los que deja siempre su manera de mirar) o de las propias imaginaciones (las que caen del lado de los sueños y los símbolos). junto a paisajes urbanos de Madrid ("Plaza de Ramales" o "El Senado"), en los que se adunan el toque naíf con un puntilloso gusto por el detalle -y también de un Gijón ("Por el muelle") convertido en muy hermoso emblema- hay también notables ejemplos de su gusto por los espacios litorales o la naturaleza asturiana y su verdura: de "El Musel (zona)" a "Resplandor', de Arena' a sus "Paisaje verde". De gran belleza y rigor compositivo es "Agri mater", en el que Josefina junco vuelve al manzano como evo-cación tal vez de un perdido (o no del todo perdido) paraíso.

Se completa esta exposición con piezas de menor tamaño, cuyo contenido despliega en series en las que 'a la artista le bastan tres o cuatro elementos (una mecedora, una flor, una muñeca, un reloj, unas aves...) para construir imágenes de filiación onírica (ella misma habla en ocasiones de su amor por la obra de Chagall), muy bellas y de gran voltaje expresivo.

Viento



Título: Viento.
Técnica: Óleo / lino
Medidas: 55 x 46 cm
Fecha: 2018