El tiempo perdido

Título crítica: El tiempo perdido
Autor: Ángel Antonio Rodríguez
Publicación: La Voz de Asturias 30-10-1995

La galería gijonesa Cornión presenta durante estos días una exposición de pinturas de Josefina Junco (Arriondas, 1949), compuesta de 16 piezas en pequeño y medio formato realizadas en los últimos tres años, dónde se funden los planteamientos existencialistas y la complejidad -de texturas. Con las referencias temáticas de los recuerdos infantiles y con las arboledas como sempiternas compañeras de viaje, la artista muestra vez más su enorme cadcapacidad para recrearse en su universo interior a través de la materia y del color.

Desde que en 1980 Josefina Junco empezó a investigar el uso de ceras y tintas para crear piezas cercanas al primitivismo contemporáneo, su trayectoria fue adquiriendo soltura, imaginación, inconformismo y dominio de la, técnica.

Diferentes etapas
En estos 15 años, la pintora pasó por, etapas cercanas al expresionismo, el surrealismo o la abstracción, utlizando casi exclusivamente témpera y denotando interés por la composición como medio de unificar ideas. Poco a poco su obra derivó hacia la conceptualidad, eliminando todo elemento ajeno a lo que pretendía evocar.

Desde 1992 a Josefina Junco le gusta sumergirse en el pasado y el futuro, proyectando el soporte dobles perspectivas que ¡evitan en varias dimensiones, algo que pudimos contemplar en 1994 en la Casa de la Cultura de Avilés y este año con su participación en Arco 95.

Como en anteriores exposiciones, sus recientes trabajos utilizan temple a la goma arábiga para aumentar las posibilidades de la textura que, combinada a menudo con el óleo, amplía de forma considerable el estudio de las tonalidades. Cielos negros, rojos horizontes o interiores ocres llenan, las tablas de sus obras, donde tiempo y espacio conviven en alboroto acariciados por brumas de añoranza.

Juega con el soporte, incorporando a menudo piedras y otros elementos poco habituales en su anterior técnica mixta para producir relieves, simular muros o construir columnas, practicando en algunas piezas como Espectro con Luna o Contemplación II un constructivismo que recuerda al modelado de sus trabajos con collares de cerámica, campo cuyo dominio demostró también en varias exposiciones.

El temple aparece a veces muy pigmentado en plata, y en obras como Murmullos en el tiempo introduce fotografías de otra época, completando el efecto mediante ventanas o agujeros que dividen el cuadro en dos instantes lejanos entre sí. "Me gusta meter retratos familiares en la obra. Me inspiran mucho las referencias de mis abuelos indianos, las mecedoras, el fonógrafo, el viejo reloj... Es mi mundo más neurótico, donde más disfruto pintando. Quizá sea una forma de captar el tiempo perdido", afirma.

Con esa temática trata frecuentemente de plantearse retos y en su estudio profundiza en el mismo motivo varias veces hasta encontrar la obra que mejor conjugue plasticidad y con Los intensos cromatismos se funden celosos al soporte y la niebla, como nube de sus recuerdos, rodea escenas de un pasado feliz. Así, Josefina Junco pinta hasta que la paleta se satura y entonces busca otro sueño en su memoria.